Francisco X. Ramírez Varela[*]
Una nueva cita del campeonato mundial de futbol, nos
vuelca los sentidos hacia Brasil, que por denominación de origen por mucho
tiempo ha sido catalogado como el país donde este deporte es el rey, aunque sus
orígenes mas bien se remontan a Europa y traído a
América Latina al final del siglo XIX, es este país que se ha
posesionado con mayor numero de copas en los campeonatos y de donde han surgido
los grandes astros deportivos del balompié. Es en este escenario que también
encontramos el crecimiento de una red de movilizaciones sociales que llaman a
la protesta por el Mundial.
Bajo el lema “NAO VAI TER COPA” (no va a haber copa), se desarrolla una serie de movilizaciones
sociales centradas en el contexto de la copa mundial de futbol, fenómeno que no
es nuevo, ya que viene surgiendo con los grandes eventos realizados en Brasil
en los últimos tiempos, como fue la visita del Papa, con ocasión del encuentro
mundial de la juventud o con la copa de confederaciones, cita futbolera ya
realizada el año pasado. Los movimientos sociales detrás de las protestas
escenificadas se hicieron masivas y publicas paralelo a estos eventos, posicionándose
también dentro de la atención mundial y mediática que concitan los mismos. Si
bien es cierto se han convertido en manifestaciones en contra del evento, debemos
ser capaces de ver mas allá, desde donde ellos reflejan síntomas profundos e
históricos dentro de la sociedad brasileña, que lo único que esperan son
factores gatillantes para su eclosión.
Podemos recordar que en el contexto de la copa de confederaciones
de futbol, surgió una manifestación en el norte de Brasil entorno a la protesta
por el alza del transporte, que rápidamente se extendió por las diversas
ciudades principales del país, donde se fusiono con elementos comparativos y
críticos en función de los gastos realizados en estos eventos.
Estos movimientos sociales, son un reflejo de la cuestión
social, donde el descontento brasileño pone en manifiesto las grandes
desigualdades existentes en el país, entre los ingresos mínimo promedio y las
millonarias inversiones que demandan estos encuentros mundiales, inversiones
que establecen también la brecha en cuanto a las necesidades aun no cubiertas
por las políticas publicas y sociales a pesar del adelanto que pueden presentar
respecto a la región. Esta nuevamente en la palestra global situaciones como la
de las favelas, o poblaciones marginales, que han proliferado en las grandes ciudades,
existiendo mas de 11 millones de personas viviendo en ellas, enfrentando día a
día los problemas derivados de la marginalidad y exclusión social en que viven.
Elementos dignos de seguir profundizado en sus particularidades en su
oportunidad.
Este proceso movilizador, nos lleva a la reflexión de los
factores distintivos dentro de los movimientos sociales en los últimos años, posicionándonos
frente a un fenómeno del mundial que es globalizado, permitiéndome el juego de
palabras, en función de la globalización de los movimientos sociales y la cita
mundialista. La primera de estas grandes características, que también es
observable en la realidad brasileña, es la juventud de los movimientos. Lo
anterior es referido no solo a las nacientes organizaciones sociales, muchas de
ellas sin una trayectoria histórica, que han surgido en función de
problemáticas puntuales, si no que también en la juventud de los actores
sociales que se desenvuelven en ellas, si bien encontramos una transversalidad
y heterogeneidad en la población dentro los movimientos sociales, en su numero
mayoritario, corresponden a un tramo etáreo considerado joven. Esto también
reflejado en mucho de las caras visibles y voceros de estos movimientos.
Esta característica de juventud de los movimientos
sociales, cobra importancia si los analizamos desde las características
particulares de los jóvenes del siglo XXI, los cuales e encuentran en etapas
que desde la ciencias sociales, en especial desde la sicología, son etiquetados
como en búsqueda de sus procesos de identidad, en procesos constantes de
rebeldía y contestatarios; adecuándose también a la perspectiva epistemológica
que sitúa dentro de estos grupos de jóvenes características propias de actores
de las propia construcción de su identidad (Reguillos,
2012), con elementos culturales
distintivos y como factores socializadores y participativos, que difieren y
enfrentan a lo que los sistemas tradicionales nos han establecido, es así que
los jóvenes participan en ámbitos por ellos reconocidos y validados.
Lo anterior no esta desvinculado con una segunda gran
característica de estos nuevos movimientos sociales, que tienen que ver con su
estrecha relación con las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC´s),
donde no es un enigma hoy en día el papel que juegan, en especial aquellas
ligadas a las plataformas virtuales de Internet, que han facilitado la
información de lo que esta aconteciendo en los diferentes rincones del planeta,
y donde la comunicación entre las personas es mas fluida y dinámica, incluyendo
en ello a los diferentes actores sociales y también a los movimientos sociales,
pero sobre todo a los jóvenes, quienes
son los que mayor uso y acceso tienen a Internet y a los elementos vinculados a
los procesos virtuales. Si bien es cierto Internet no ha generado los
movimientos sociales, si los han facilitado y masificado.
Hoy los movimientos sociales son impensables si no están
ligados a los medios virtuales, donde no solo se genera la información y se
comunica las ideologías y propuestas de los mismos, sino que también generan
nuevas formas de participación asociadas al uso de las redes sociales
virtuales. Si bien las redes sociales tradicionales son base de los movimientos
sociales, las nuevas formas de socialización que nos presenta internet, permite
una extensión de las redes y lazos de contacto dentro de internet, así como también
nos permitirá poder intercambiar información y conocimientos diversos, permitiendo
la coordinación, adhesión y extensión de las diferentes propuestas entorno a
los movimientos sociales. Es indispensable tener en cuenta la incorporación de
las nuevas tecnologías a los mecanismos de participación, donde, ayudados por
las innovaciones tecnológicas, se está teniendo fuerte capacidad articuladora a
niveles nacionales, regionales y globales. Los movimientos sociales que están
comprometidos con una causa local, conocen bastante de cerca lo que sucede en
otros lugares y muchas tienen relaciones directas con otros que luchan por
causas similares en otros puntos de América Latina y del planeta (Croce, 2012).
Los movimientos sociales a través de las redes sociales
también han permitido el surgimiento paralelo de diferentes eventos virtuales,
que muchas veces independientemente a los ejes centrales de un movimiento social,
van generando eco y sumando simpatizantes, a como también algunas de esas ideas
surgen sin tener seguidores, desvaneciéndose en la red. En muchos de estos
casos se ha visto el surgimiento de eventos que rompen con los esquemas
tradicionales que siguen los movimientos sociales, a través no solo de
manifestaciones multitudinarias, sino que suman a ellas actividades creativas
y/o instalaciones artísticas, como se han transformado los flashmob –
representaciones artísticas espontáneas que llevan un mensaje de trasfondo –
las cuales van generando un cambio de mirada de la ciudadanía general hacia los
movimientos sociales. Las formas de participación se van transformando con las
redes sociales virtuales, hoy en día se duplica o triplica las personas que pueden
referir el gustarle un evento del movimiento social que se sube a Internet, que
la cantidad de manifestantes que se presentan físicamente en una marcha o
protesta.
No esta exento de el movimiento “NAO VAI TER COPA”
quienes están presentes en las diferentes redes
sociales, a través de convocatorias, plataformas de discusión, e intercambio
constante de información. No nos cansaremos de repetir que Internet
y la irrupción de las redes sociales, no son las generadoras de
transformaciones sociales, si son facilitadores de la canalización de la
comunicación y la información, acelerándola y diversificándola.
Otra gran característica distintiva de los nuevos movimientos
sociales, tendrá relación en como nos encontramos frente a fenómenos locales
que generan movimientos sociales que son globales. Los movimientos surgen gatillando
elementos mas allá de esa realidad puntual que los convoca inicialmente,
masificándose en diferentes ámbitos de la sociedad, dejando atrás los factores primarios,
que normalmente vienen de una realidad local, para transformarse en un
desencanto generalizado. Los movimientos son locales y globales a la vez. Es así
que lo local encuentra eco en lo global, es que se ha ido globalizando sobre
todo de mano de las tecnologías vinculadas a la información y comunicación,
están conectados en todo el mundo, aprenden de las experiencias de los demás y
de hecho a menudo se inspiran en esas experiencias para movilizarse” (Castells,
2012).
Los diferentes movimientos sociales, parten desde
reivindicaciones sociales, que abarcan diversas realidades de la sociedad, que
van en el caso brasileño desde el alza en el trasporte publico, hasta las
problemáticas relacionadas con vivienda, salud y/o educación, los pueblos
originarios, entre otros; ellos se van aunando en torno a temas centralizados,
en este caso enfocados en la copa mundial de futbol y el rechazo societal a
ella, poniendo en entredicho las diferentes falencias en torno de su
organización y las inversiones publicas que se han volcado en su realización. Si
bien hoy los movimientos sociales se aúnan en una protesta que tiene su asidero
en el Mundial, estos también corren el riesgo que pasado el evento se diluyan
nuevamente en sus realidades puntuales, pero dejando el descontento manifiesto extendido
al interior de la sociedad brasileña y mundial.
Otra de las características que se presenta en los
movimientos sociales, es que no cuentan con un liderazgo definido y muchos de
ellos se declaran apolíticos, incluso en una desconocimiento abierto hacia las
elites políticas partidarias; ello no por falta de lideres, sino por la
profunda desconfianza hacia cualquier forma de delegación de poder (Castells,
2012). El caso brasileño no es la excepción, no teniendo liderazgos definidos
en su conducción, si bien es cierto se ha ido relegando responsabilidades y
ligado fuerte al Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST), organización
con una larga historia dentro de los movimientos sociales, este no lleva la
plena conducción, es mas se puede observar elementos de quiebra al interior de la
organización por el mismo hecho de tomar
una corriente ideológica de esa organización y el establecimiento de sus
liderazgos. El movimiento “NAO
VAI TER COPA”, también cuenta con fuerza de la presencia de organizaciones anarquistas,
de izquierda e incluso de los llamados Black Bloc, siendo estos diferentes
organismos a los que también institucionalmente desde los entes estatales se
los quiere vincular, para encontrar culpables o explicaciones a su
funcionamiento, pero ellos no cuentan con una orgánica ejecutiva que canalice
el movimiento.
Sin embargo lo anterior, hay que destacar la aversión que
sienten los jóvenes como actores de estos movimientos sociales hacia la
política, más que todo por la desconfianza que esta genera, reflejándose en
algún momento en el distanciamiento que se toma de las dirigencias políticas y
sus decisiones dentro del movimiento. La politización de los
movimientos sociales bajo esta característica, se puede vincular con elementos
que llevan fuertemente a su desmovilización, por la reacción de los sujetos
sociales a las prácticas habituales del escenario de la politización.
Muchas de estas características no son nuevas también
están presentes en los movimientos de los últimos años como fueron los indignados
en occidente, o la llamada primavera árabe o el caso del movimiento estudiantil
en Chile. Un factor diferenciador que enfrenta los movimientos sociales brasileños,
en torno al mundial es la paradoja de las identidades dentro de la sociedad
brasileña, las que entran en juego en función al Mundial de Futbol.
La paradoja se presenta en la construcción identitaria en
torno al futbol, creando un imaginario colectivo de carácter global, de la gran
afición y lo futbolizado que es el pueblo brasileño, lo que se contradice con
los movimientos sociales como “NAO VAI TER COPA”, que rechaza la realización del campeonato mundial; este echo también
se refleja en una reciente encuesta que muestras un exiguo 51% de respaldo de
los brasileños a la copa mundial (Ibope-Brasil, 2014). Es relevante para
adentrarnos en esta encrucijada paradojal,
entender el proceso de la construcción de la identidad, en función de
una identidad como nación.
Parte de la configuración de la identidad de Brasil, pasa primeramente
por sus procesos culturales e históricos, donde el factor cultural ha alcanzando un
potente lenguaje en permanente autoconstrucción y dinamismo, reflejando una
riqueza cultural inmensa, producto tanto de sus fuentes culturales primarias,
como lo son la raíz indígena, la africana, y la lusitano-europea; como también
de su permanente retroalimentación que contribuye al dinamismo de sus
manifestaciones estéticas, costumbristas y tradicionales (Miranda, 2013).
Dentro de este panorama multicultural, se han forjado elementos
distintivos que han caracterizado y formado una imagen simbólica y de
estereotipo del Brasil de hoy, dentro de ello las estéticas culturales entorno
a un pueblo alegre, que de igual manera y en contraposición convive en lo
social con las favelas. Es de esta forma que Brasil, pese a mantener un nivel
altísimo de desigualdad social, mantiene expresiones artísticas de una alegría
inconmensurable, sin ir más lejos, el Carnaval de Río de Janeiro es la fiesta
“mais grande do mundo”, además de constituirse en prueba flagrante del enorme
paganismo de su cultura. Lo que también se refleja en los eventos deportivos,
donde se hace la permanente alusión a la forma de juego del futbolista
brasileño comparado con el ritmo y cadencia del baile; destacándose sin duda el
futbol que se ha convertido en uno de los ejes de su identidad, donde podemos
observar que la futbolización en todos sus niveles del país, permite hablar de
una suerte identidad nacional.
La identidad del futbol pasa por diferentes niveles,
desde su establecimiento en función de una identidad creada por el estado nación,
donde el deporte cumple funciones ideológicas, en tanto puede contribuir a la
reproducción del establishment. En este campo, se ha señalado también la
recurrente utilización del deporte por parte de los gobiernos con fines de
promoción nacionalista y de homogenización cultural modernizante. Ejemplo de lo
anterior son los diferentes eventos deportivos a lo largo de la historia,
algunos de los cuales no vale la pena recordar, pero por lo general se da un
reforzamiento identitario como política estatal, lo cual se canaliza por medio
del deporte. En el caso de Brasil se destaca el impulso del gobierno en
realizar campaña a favor del mundial, reforzando y poniendo su manifiesto discursivo en contra
del movimiento social “NAO
VAI TER COPA”.
Al otro extremo encontramos la identidad generada a nivel
de las personas, guiando la conducta de los aficionados bajo todo un
comportamiento simbólico y formación de códigos, creando una “subcultura del hincha”,
entendiendo como tal al seguidor del deporte, pasando desde aquel que lo juega
recreativamente, hasta el furibundo fanático de un equipo, de un jugador, de
una camiseta. El fanatismo cotidiano ya sea por el equipo, o por el símbolo
idolatrado de un jugador determinado, marca muchas veces conductas determinadas
en los jóvenes y subculturas determinadas, convirtiéndose en vestir elementos
distintivos del uniforme, o la estética del jugador que se sigue. Pero este
hincha se transforma en el mundial de futbol entorno a un equipo, a un país, a
la identidad nación en torno al equipo propio, como es el caso brasileño.
Es dentro de estos espacio del “hincha” o de la “torcida
brasileña”, que cabe destacar una dimensión cultural, entorno a la función
comunicativa del deporte, es decir, su carácter de arena pública en la que
concurren diversos actores sociales con el fin de elaborar y hacer manifiesta,
usualmente bajo formas simbólicas muy elaboradas, su propia concepción sobre la
vida y la sociedad. Queda en evidencia que en eses sentido la identidad del
deporte representa un sentimiento colectivo, es una manera de participar dentro
de una comunidad a través de portar y ser leal a ese mundo simbólico, de ritos
colectivos, estados de ánimo y sistemas de representaciones colectivas, que
actuarán como mecanismos de integración, congregación y vivencia grupales. Es
ahí donde reside la identidad del hincha en lo local, paradojalmente dentro de
un sentimiento colectivo, que se contrapone con su propio malestar social.
El fútbol se hace presente en las identidades de la
comunidad brasileña, actuando como fenómeno social, en los procesos de
integración social y de producción de sociabilidad. Como una práctica que
moviliza la energía y los sentimientos de millones de personas que, al vibrar
con él, están no sola mente movilizando energía física, sino afectos y pasiones
que hablan acerca de grupos que van de lo local a lo nacional. En la Copa
Mundial, no solo se genera esta identidad colectiva alrededor del futbol y las
emociones que genera, sino que también se vive la conmoción social de los
contrastes que genera la copa.
La movilización social no se ha volcado en contra del
deporte, sino mas bien es el futbol que colecciona a los diferentes colectivos
sociales, bajo una misma identidad, para manifestarse en contra los gastos
invertidos en el evento mundial, dejando de lado la inversión en mucha de las
otras necesidades del pueblo brasileño. La identidad generada por el futbol,
rechaza la realización de la copa, de la manera que se esta realizando, pero no
rechaza el alcance sociocultural que ha tenido el futbol.
Brasil, el gigante sudamericano, está hoy en una
encrucijada, independiente del resultado de esta copa mundial y del desempeño
del equipo brasileño, las desigualdades sociales y los temas sociales seguirán
vigentes; con la diferencia que no existirá un tema identitario que cohesione a
las diferentes demandas sociales. Hoy muchos brasileños seguirán jugando y
disfrutando del futbol, pero no así de la Copa Mundial de Futbol.
BIBLIOGRAFIA
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Croce,
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Revista América en Movimiento. Alainet, Nº 477, Julio 2012 año XXXVI, II Epoca
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Castells,
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R.; Damo, A. (2004) "Fútbol y
cultura". Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, vol. X, núm. 19,
junio, 2004, pp. 145-149, Universidad de Colima, México
[*] Francisco Xavier Ramírez Varela, Trabajador Social, Magister en
Antropología, Dr © en Cultura y Educación en America Latina
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